Emma pasó toda la noche despierta sin poder dormir, llorando de tristeza por la perdida de su marido, pero a la vez feliz, de saber que su espíritu caminaba por la mansión, que todavía estaba del algún modo, junto a ella. La noche terminó y llegó el día, Emma necesitaba respuestas a lo ocurrido noche anteriores, podía recordar perfectamente que esos jóvenes estaban devorando un hombre, en el sótano de su mansión. La imagen parecía sacada de una pesadilla, pero era muy real. Emma como cada mañana bajó hacía la cocina, pero esta vez su intención no era desayunar. Justo en la cocina se encontraba la señorita Rosalin y ambos jóvenes, Melisa y Claudio, preparándole la mesa.
─ No, por favor no quiero comer nada preparado por vosotros ─ dijo Emma mostrando desconfianza.
─ Por favor señora ¿Qué le ocurre? ─ preguntó Rosalin con extrañeza.
─ Respóndeme Rosalin ¿Qué sois? ¿Qué hacéis en mi casa? ─
─ Somos el servicio de la casa señora ─.
Emma no confiaba en las palabras de su ama de llaves, recordaba perfectamente lo que vio, lo recordaba como algo vivido y no como un sueño. Dirigió su mirada hacia los jóvenes, una fría, pero a la vez temerosa mirada.
─ Vi como esos dos críos destrozaban el pecho de un hombre... con su boca, como si fuesen bestias en vez de humanos ─ dijo Emma mientras señalaba con su dedo a los jóvenes.
─ Señora por favor, seguro que fue una pesadilla, solo son unos críos ─.
─ Eso parecen, unos simples críos ─. Entonces Emma dirigió su mirada hacia Claudio ─ Dime Claudio… ¿Qué fue lo que me hiciste para que olvidase lo que vi? ─ Preguntó Emma con extrañeza.
Claudio quedó totalmente en silencio, no le dirigió la palabra, Emma estaba acostumbrada a que los jóvenes nunca hablasen delante de nadie, pero esta vez le obligaría hablar. Por ello mismo Emma se dirigió hacia el joven, alzó su mano para propinarle una bofetada, pero Rosalin la frenó poniéndose delante del chico.
─ No le permitiré que le ponga una mano encima al niño, no importa que usted sea la señora de esta casa, no importa si nos echa de aquí…pero no dejaré que abuse de su autoridad ─.
─ Fuera de mi casa ahora mismo… Todos ─ dijo Emma con cierta furia.
Rosalin y los jóvenes obedecieron las ordenes de la señora de la casa, buscaron a los demás criados y se dispusieron a marcharse, pero antes de hacerlo Rosalin tenía que decirle una última cosa a Emma.
─ Señora, el señor Barklay también comenzó a delirar antes asesinar a su familia, espero que usted no termine como él ─.
─ Largaos ya de mi casa ─ dijo Emma.
En cuestión de segundos el silencio inundó la mansión de los Clovers, Emma pensaba que se había librado de aquellas bestias, de los asesino de su marido pensaba ella. Lo que no sabía que la mansión solitaria, no era tan solitaria como parecía. La noche llegó y Emma se preparó la cena, hacía mucho que no cocinaba y extrañaba hacerlo, se sentía feliz de hacer algo por ella misma en su casa, pero a la vez triste de no poder cocinarle nada a su marido, aún así no cenaría sola ya que el espíritu de Thomas, estaría con ella en todo momento.
Thomas estaba sentado al lado de su querida esposa, observándola cenar, Emma por cada bocado que daba a la carne que tenía en el plato, le devolvía la mirada con una sonrisa.
─ ¿No te importa que esté muerto? ─ Preguntó Thomas.
─ Aún estas aquí conmigo, es lo único que me importa ─ dijo Emma.
─ Yo sí que estoy triste de estar muerto, de no haber podido despedirme de ti, de no poder ver a nuestra hija crecer ─.
─ Estas conmigo, no necesitas despedirte…Estas aquí…veras a tu hija… ¿Hija? ─
─ En tu vientre hay una hermosa niña, no me preguntes como lo sé…solo puedo decirte que lo sé ─.
─ Una niña ─ dijo Emma con lagrimas de felicidad en los ojos, mientras acariciaba su barriga ─.
Emma terminó de cenar, hacía rato que su marido se había desvanecido, la señora Clover subió las escaleras para dirigirse a su habitación. Una vez llegó, se dirigió a su cama, deshizo las mantas y se acostó. De repente unas pequeñas e infantiles risas la alarmaron, se levantó asustada y justo frente a ella podía ver a la familia Braklay, entre la oscuridad de su habitación.
Continuara...