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lunes, 15 de marzo de 2021

La extraña mansión solitaria. parte 8




Era de noche, la señora de la casa se encontraba durmiendo mientras los criados estaban en el sótano de la casa. Todos se encontraban discutiendo sobre la imprudencia de Claudio y Melisa, ambos chicos fueron los ejecutores de Thomas, el señor de la casa, pero peor fue que devorasen aquel hombre delante de los ojos de Emma. fue muy imprudente y no por arrebatarle la vida, no, para ellos eso es normal, para poder evitar que sus cuerpos se pudrieran necesitaban sangre humana. Lo que mas les molestó es que, ninguno de los chicos respetó las normas de “no matar a nadie dentro de la casa. Hace muchos, años una bruja por venganza a la pareja que mandó construir la mansión, les lanzó la maldición de la inmortalidad. 

Cien años una pareja de adinerados enamorados mandaron construír una enorme mansión en la que una vez se casara, formarían una familia y vivirían sus vidas, felizmente. Ellos eran Rosalin Briston y Chritopher Baltimore. Un día, la pareja iba en su carruaje cuando de repente y sin que el conductor se diera cuenta, un joven se cruzó por su camino…Él chofer intentó esquivar al chico, pero por desgracia el carruaje perdió el equilibrio y cayó, aplastando al joven, acabando con su vida en el acto. Él chico era el único hijo de una mujer. Aquella mujer no pudo aguantar la pena de perder a su hijo y culpó a la pareja de su muerte. Aquella mujer descendía de un grupo de brujas que habitaban en las calles de la antigua Londres…Entonces por venganza, maldijo a la pareja con la maldición de la inmortalidad, pero para que la maldición iría a más, impregnaría toda la mansión con ella haciendo que si alguien muere dentro de los muros de la casa, se convierta en ser inmortal, en alguien que su vida sea un infinito sufrimiento, en un ser que solo se alimente de sangre para que sus cuerpos no se pudran, y quedaran como cadáveres vivos, se convertirían en Upir, una raza de vampiros que se alimentan del corazón humano. Desde ese momento la feliz pareja viviría un terrible sufrimiento, con el tiempo averiguaron que para escapar de dicha maldición tenían que morir fuera de la mansión, solo uno pudo escapar de la maldición, su marido Christopher decidió quitarse la vida colgándose de un árbol, pero una vez la bruja descubrió lo que ocurrió, asesinó a Rosalin dentro de la mansión para así, asegurarse de que no huyera de la maldición.

Una vez Rosalin despertó convertida en Upir, abandonó su casa y decidió mudarse lejos, para criar al hijo que Christopher le engendró, y así asegurase de que su hijo viviría el tiempo que la vida le dé, y no condenarlo a la inmortalidad. Pasados los años su hijo envejeció y murió. Entonces Rosalin al verse sola sin nadie en quien apoyarse, decidió volver a su hogar. Una vez allí, conocería a los criados de la mansión que ahora habitaban la casa, dichos criados murieron dentro de las paredes de la casa, unos por enfermedad y otros murieron asesinados por los criados ya convertidos en Upir…Entre ellos se encontraban los actuales señores de la casa, Claudio y Melisa, ambos chicos asesinaron a sus padres una noche en la que habían ido al teatro. Todos ya sabían de la historia de Rosalin, todos sabían que era la primera en convertirse en Upir…todos la reconocieron como su reina.

─ Son unos críos, es la mentalidad que tienen…no podemos juzgarlos, pero si debemos controlarlos y castigarlos ─ dijo Rosalin con una severa sonrisa.
En ese instante Claudio y Melisa sintieron tremor, sabían que los castigos de su reina, eran muy severos, ella no les hacía daño, jamás le puso una mano encima a sus súbditos, pero si los encerrarían, administrándole ella la comida, los alimentaria en unas mínimas proporciones, la justa para que su piel no se pudra, pero la insuficiente para saciar su hambre.

Emma se encontraba plácidamente durmiendo en su cama, pero unos ruidos interrumpirían su sueño. Cuando se desveló se encontró a su marido caminando de un lado a otro nerviosamente, parecía que tuviese miedo de algo, pero no sabía de qué.
─ No puedo hacer nada, no puedo hacer nada, no puedo hacer nada ─ se repetía Thomas, muchas veces mientras se arrascaba la cabeza.
─ ¿Cariño que te ocurre? ─ le preguntó Emma.

Thomas dirigió su mirada hacia su esposa, Emma lo miraba a él fijamente y con preocupación, un frío silencio se mostró alrededor de ellos, entonces Thomas desapareció de su posición y reapareció de rodillas en su cama, frente a su esposa…Entonces alzó su mano y mostró una expresión llena de terror y sufrimiento.
─ ¡Tienes que irte de aquí! ─ luego se desvaneció frente a los ojos de Emma.

En ese instante varios recuerdos regresaron a la mente de Emma, recuerdos de sus días anteriores, de su paseo por el parque con su marido, de la visita de aquel alguacil dándole la terrible noticia del hallazgo del cuerpo de su marido, flotando en el lago.


Continuara...







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