Él matrimonio estaba durmiendo plácidamente hasta que algo alertó a Emma, un ruido atronado venía desde abajo, la señora Clover se despertó totalmente asustada, entonces se levantó rápidamente de la cama, se dirigió hasta la salida de su habitación para ver que había provocado aquel ruido. ¿Serán intrusos? Pensó, comenzó a bajar las escaleras despacio, justamente en la pared de la escalera tenía una especia de espada con hoja fina, decorando la pared, entonces la agarró y continuó bajando las escaleras, con cierto temor, aunque pudiese defenderse con la espada, no sabía cuántos eran. Llegó hasta debajo de la escalera y desde el ahí vio una extraña y alargada sombra en la pared de la cocina, entonces gritó el nombre de su marido, Thomas se despertó de seguida y bajó hacia donde estaba su mujer, muy preocupado.
─ ¿Qué te ocurre? ─ le preguntó Thomas.
─ En la cocina hay alguien ─ dijo Emma señalando hacia la cocina.
Entonces Thomas puso a su querida esposa justo detrás de él, para protegerla. Emma agarraba fuertemente la fina espada, preparada para rajar con ella, al intruso. Cuando llegaron a la cocina descubrieron que el intruso era la señita Rosalin, preparando el desayuno de los señores de la casa.
─ ¿Qué hace usted tan temprano? ─ preguntó él señor Clover con incertidumbre.
─ Señores ¿Qué hacéis con esa espada? Me habéis asustado ─ dijo Rosalin zarandeando las manos.
─ ¿Qué te hemos asustado? Escuchamos extraños ruidos aquí abajo, creíamos que sería algún intruso ¿Qué hace tan temprano? ─ dijo Emma con nerviosismo.
─Perdonen, no era mi intención asustarlos, quedamos en que empezaría mi horario laboral desde las cinco de la madrugada, para amasar el pan ─.
─ Cierto…disculpa…nos vamos a dormir ─ dijo Emma.
─ Bien descansen, en un par de horas estará el desayuno listo ─.
Los señores volvieron a la cama para terminar su descanso, no están acostumbrados a tener sirvientes en la casa, ellos gozaban de dinero, pero no tanto. Este año la fabrica de hidromiel en la que Thomas es dueño dio un prospero beneficio y gracias a ello que pudieron comprar la casa y contratar a Rosalin. Ya había pasado varias semanas desde la llegada de Rosalin y nuevos empleados llegaron también a la casa, muchos de ellos fueron recomendados por Rosalin, en especial el jardinero que era su no marido ya que, como dice ella, no están casados, pero viven juntos como un matrimonio, ningún papel decide quien ama a quien, esa es su verdad. Los días en la casa eran bastante movidillos, los señores Clover estaba muy felices de que la casa se llenara de vida y muy contentos con los empleados que contrataron, todos eficaces y respetuosos. Pero esa alegría no duraría mucho. Una de las noches en la que estaban todos durmiendo, a Emma la despertó algo realmente extraño, pudo escuchar como en su habitación hablaban dos personas entre ellos, como si fueran susurros lejanos. Emma en un principio pensó que sería por el sueño que tuvo, el típico fragmento con el que te despiertas y sigues viendo o escuchando una vez despiertas, pero las voces no se callaban y eso ya le pareció más extraño…puesto que en su habitación solo estaba ella con su marido al lado, durmiendo. Acercó su oído a su marido para corroborar si era él quien hablaba, podría hacerlo en sueños, pero no era su marido, alguien mas estaba en su habitación, escondido. Comenzó a inspeccionar a su alrededor para averiguar de dónde venían las voces, de repente vio como las dos puertas del armario que tenia justo enfrente de su cama, se abre.
Entonces Emma se dirigió despacio hacía el armario, comenzó a mirar en su interior por si encontraba a los culpables, en la casa tenían a dos jóvenes trabajando con ellos, según Rosalin son sus nietos, pensó que podría ser una rebeldía de ellos, de ser así los iba a reprender, pero en el interior del armario no había nadie, entonces Rosalin, extrañada y algo asustada, cerró las puertas. Pero cuando se volteó para volver a irse a la cama, las puertas del armario volvieron abrirse.
─ Si es una broma por favor, parad ya queremos descansar ─ dijo mostrando seriedad mientras volvía a cerrar las puertas del armario.
Entonces Emma se dispuso a volver a su cama, pero antes quería asegurarse de que el armario no volvería abrirse, entonces cogió las llaves que cerraban las puertas del armario y lo cerró, entonces se volteo y justo frente a ella pudo ver a un hombre corpulento, con una pequeña barba frente a ella, apunándola con una escopeta en su cara.
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