Recuerdo el día que decidí gastar una inocentada a un amigo mío, inocentada que nunca olvidaré.
Fue un día como hoy, pero en el año 2006, juntos planeamos ir a una cabaña apartada de la civilización, cabaña en la que yo, me invente una leyenda, que el mismo creyó.
La leyenda decía así.
Hubo una época en que un matrimonio vivían felices con su hijos durante un largo tiempo, hasta que una vez su unico hijo, enloqueció y acabó con la vida del matrimonio, luego, sin ninguna explicación, el niño desaparición misteriosamente, cuentan que cada aniversario de la muerte de sus padres regresa, para llorar en las tumbas de sus victimas...enterradas en esta tierra.
Mi amigo, se lo creyó, no sé si lo hizo por el placer o el morbo de la historia en si, o lo hizo porque quiere creer que nuestro mundo es más extraño de lo que parece, de cualquier modo, conseguí convencerle de que la historia, fue real.
Fuimos a la cabaña, yo había planeado darle algunos sustos, tenía varios amigos escondidos para que me ayudaran a recrear un perfecto ambiente.
Cuando llegamos, entramos en la cabaña, nos sentamos en el suelo, comencé hacerle preguntas sobre que hará si aparece el niño, el me respondía con incertidumbre, es una situación nunca vivió, no sabría como responder a ella, me decía.
Pasado un rato, mis amigos comenzaron hacer ruidos en la madera de la antigua cabaña, luego llegaron sus llantos, cantos lleno de lamentos que supieron adaptar a la perfección. En ese entonces mi amigo comienza a ponerse nervioso...a sentir miedo, yo estaba orgulloso de que mi plan, hubiera funcionado. Pero la broma, llegaría luego, cuando mi amigo comenzó a correr por el miedo, yo fui detrás de él para detenerlo, corrí y corrí detrás de él para alcanzarlo, hasta que llegamos a la carretera y un coche pasó por encima de mi amigo, acabando con su vida en el acto.
Feliz día de los inocentes.
Tengamos cuidado con las bromas que gastemos hoy, este relato es una historia ficticia, pero podría ser real.
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